Odio vivir en la era del hiperconsumo
Sobre estar obligada/o a consumir para existir aunque el vacío interior nunca se llene del todo.
Mire adónde mire todo me incita a comprar. A ser consumidora. A dejar mi humanidad de lado para convertirme en un agente transaccional.
Salir a la calle implica gastar. Antes eran 10 € y ahora son 30 $ porque, independientemente del lugar en el que estés, la existencia lleva como consecuencia el gasto… Es tan agotador.
El consumo se ha integrado de forma tan silenciosa, y a la vez tan estrepitosa en nuestras vidas, que está en todas partes. No solo en los lugares más evidentes, como lo son los centros comerciales (aka mis espacios liminares favoritos) o el urbanismo hostil sino que, de alguna manera, ha calado de una forma tan profunda que está implícito en quienes somos. En la manera en la que pensamos, sentimos y vivimos.
Ahora todo se consume. El contenido. Los libros. El ocio en general. Aquello que debería convertirse en una vía de escape del sistema de producción al que estamos encadenadas/os, se ha transformado en otro espacio en el que se espera que también seas un/a cliente.
Ir a ver una película no es consumir. Leer un libro y registrarlo inmediatamente en una aplicación para acumular un récord de lecturas a tus espaldas es demencial. Caminar por la calle sin acabar en una tienda o una terraza impulsada/o por la ausencia de espacios de descanso se siente casi como un acto reivindicativo en unas ciudades en las que los árboles son talados para ser sustituidos por una explanada de hormigón. De fondo, se escucha cómo emerge el escaparate de otra franquicia gentrificadora de barrios como la banda sonora de esta (ya no tan) nueva cotidianidad.
Si no puedes pagar tu existencia, estás expulsada/o de la sociedad. No vales nada. Eres un estorbo y te harán saber que no eres bienvenida/o a cada paso que des.
A sabiendas de que decir esto me deja en una posición un poco vulnerable y con riesgo de ser simpatizante de las/os boomers (jamás lo sería, así que espero que me entiendas), echo de menos esos momentos en los que el hiperconsumo no estaba tan presente. O mejor dicho, era algo más sutil.
Desde que me levanto tengo una pantalla en mi mano que me recuerda que tengo que comprar si quiero ser vista. Me promete una vida aspiracional que jamás poder alcanzar. Me muestra lugares a los que no podré ir, pero me hará la falsa promesa de que quizás puedo alcanzarlo si me esfuerzo (o si me endeudo. De hecho, endeudarse ahora es más fácil que nunca con el auge de todas las plataformas de micropréstamos “chic” de pago a plazos tipo Klarna y demás).
El capitalismo me hace creer que tengo libertad de elección, pero es mentira. No puedo acceder a casi ninguna de las cosas que me muestra. Solo me condena a seguir en la rueda para facilitar que otras/os sí lo consigan a través de mí. Soy una intermediaria de todo aquello con lo que solo puedo soñar. Y me da rabia, pero tampoco sé qué más sentir al respecto.
Supongo que añoro cuando podía ver las cosas con más claridad. Cuando mi pensamiento no estaba ligado automáticamente con la carencia y la precariedad. Con saber que, aunque soy la persona más idealista del mundo, sé que hay muchas puertas que nunca se abrirán para mí porque no tengo ninguna tarjeta capaz de hacerlo.
Pero el consumo, o el hiperconsumo, es un concepto tan de antaño que está presente incluso en el lenguaje más mundano. De hecho, a esto se le conoce como la “vulgarización de marca” y hace referencia al fenómeno en el que la marca de algo se hace tan popular que acaba sustituyendo al término en sí. Sé que esta explicación es un poco rara, pero me entenderás mejor cuando te diga que algunos casos de esto son los clínex (los pañuelos de papel), el celo (la cinta adhesiva), el típex (el corrector líquido), el rímel (la máscara de pestañas), los post-it (notas adhesivas) y muchos más. Porque el capital es capaz incluso de dominar cómo nos expresamos.
También lo hace con las relaciones interpersonales. Sé que el discurso más simplista de esto está estrechamente ligado con las apps de citas o, erróneamente, con otros modelos relacionales que trascienden la monogamia, pero no iré por ahí. Tampoco creo que el amor “de antes” fuese el ideal porque el consumo fuese “más consciente” (diría que está más vinculado con la necesidad)… Pero sí creo que ha contribuido a que todo sea contemplado como un mercado generando una sensación de que siempre hay algo más.
Algo nuevo. Algo que te espera. Algo mejor. A un swipe de distancia.
Para ti. O para alguien que haya sido segmentado con un perfil similar al tuyo.
Porque, si algo tiene el hiperconsumo, es la capacidad abrumadora para hacerte sentir única/o a pesar de que te despersonalice. Me pregunto cuántas personas en el mundo estarán dentro del mismo nicho que yo por decisión de un algoritmo. Con cuántas comparto “mi estilo personal” generado por todo el contenido que veo al día. Cuántas tendrán los mismos pensamientos que yo. Con cuántas comparto todo aquello que, cuando veo, pienso que “soy yo literal”. Cuántas serán como yo creyendo que son irrepetibles.
Cuántas más sentirán que les falta algo que aún no saben identificar y, para ello, acabarán sucumbiendo a buscarlo (de forma equivocada) en el icono de un carrito. Aunque ese vacío existencial proceda de un discurso interiorizado que te repite que tu identidad no te pertenece del todo y que, si presentas algún rasgo más genuino, es un bien óptimo para mercantilizar. Para mostrarlo al mundo no como un talento, sino como una vía para obtener un beneficio.
Escribe en Substack. Cuenta cosas ocurrentes (o baila o para a gente por la calle para hacerles las preguntas más ridículas) en TikTok. Sé guapa/o en Instagram.
Monetiza lo que puedas o sal de ahí para que otras/os lo hagan. No ocupes un espacio que no te pertenece porque solo estás de paso durante el tiempo que el hiperconsumo te lo permita. Existir ya no te da derecho a nada.
Y es tan abrumador…
PD: hola de nuevo. Espero que estés genial, que tu semana esté yendo bien y que no gastes por encima de tus posibilidades ni centres tu ocio exclusivamente en el consumo. De hecho, es que muchas veces ni siquiera estamos consumiendo y nos hacen sentir como si fuese así… Qué locura.
Cosas por las que el hiperconsumo no me parece tan malo (aunque sea consciente de que lo es)
No tiene ningún tipo de sentido que, tras todo este discurso diciendo lo mucho que odio que todo sea consumible, haga una selección de mis cosas favoritas como consumidora. En fin, supongo que la contradicción es mi hábitat natural. El caso, que te dejo por aquí una selección de las cosas con las que no me siento tan mal siendo parte de la espiral del capitalismo.
Los donuts. Amo los donuts, tanto los de España como los de aquí. Eso sí, debo decir que los de aquí son completamente adictivos aunque supongo que se debe a que echarán cosas completamente prohibidas en la Unión Europea. Estas pequeñas bombas de azúcar son mi cosa y me hace feliz saber que puedo ir a comprarlas para tener una gratificación inmediata hasta que mis arterias lo soporten.
Hacerme las uñas (cuando estaba en España). La última aclaración es importante porque, evidentemente teniendo en cuenta los precios de Miami, este gasto fue cortado de inmediato con mi partida. Me encantaba ir al sitio de manicura más barato de mi zona a hacerme uñas de trapera que a su vez me desquiciaban con el sonido que hacían en la pantalla del móvil cada vez que trataba de escribir algo. En fin, qué tiempos… Supongo que este pensamiento es el rastro de la hiperfeminidad que queda en mí.
Adquirir las novedades de los supermercados y las cosas de sabores raros. Debo confesar que sigo disfrutando de esto, pero nada es lo mismo. Echo de menos ver los vídeos de la cuenta de Novedades Mercadona y bajar corriendo a la calle para ver si ya estaban esas cosas en mi Mercadona de confianza. La verdadera interacción transmedia y la cuenta que más ha influenciado con creces en mis hábitos de consumo (y ni siquiera lo digo de forma irónica).
Pagar Spotify Premium. Sé que es súper innecesario, pero mi vida ha experimentado un glow up alucinante desde que no tengo que escuchar sus anuncios terribles. En serio, creo que son los más molestos que hay porque, entre que suelen ser un circo y se repetían muchísimo, acababas odiando la marca. Publicidad 0 efectiva, pero desde luego que a nivel tortura psicológica sí que tenía poder. Total, que lo pago con gusto y me temo que seguirá siendo así mucho tiempo (me jode).
Las pegatinas que no pegaba en ninguna parte cuando era una niña. Me gustaba tener pegatinas para ocasiones especiales que nunca llegaron. Ahora no sé dónde las tengo, pero tenía una colección alucinante y solo quería tener más y más. Supongo que de eso va el capitalismo en la temprana edad. De eso y de picarse jugando al Monopoly.
¿Y tú? ¿Qué cosas te mantiene enganchada al hiperconsumo? Cuéntame, estoy segura de que tienes algún guilty pleasure del estilo y ya sabes que me encanta cotillear sobre estas cosas.
Cotilleos de la semana
No sé qué está pasando últimamente en el mundo pero parece que no hay ni una semana tranquila. Tanto en el panorama de la cultura pop como en el de la información seria todo está siendo un circo. Vamos con ello, que hay para rato (y ya sabes que el orden en el que te cuento las cosas no es el de importancia, sino en el que las voy recordando).
Lo del multiverso de las Patricia Fernández me tiene dando volteretas. Al parecer hace unos días la Casa Real organizó un evento para conmemorar el 40º aniversario de la firma del Tratado de Adhesión de España a la Unión Europea. Total, que invitaron a una tal influencer llamada Patricia Fernández… Y allí estuvo. El drama comienza cuando la asistente. que no tiene nada que ver en absoluto con el tema porque su contenido es de lifestyle comparte su experiencia en las redes y la Patricia Fernández real (o al menos la que tiene más vinculación con el tema) se entera. La gente se ha dado cuenta de que invitaron a la que fue por error ya que se llaman igual y ambas Patricias están ahora haciendo comunicados reivindicando que ellas son las invitadas. La Patricia que fue, que es una verdadera delusional, sigue convencida de que la invitación no fue un error. Por otro lado, la Patricia que no fue, se está recreando en el drama e incluso ha fijado en su perfil contenidos sobre la UE que antes no tenía destacados con la clara intención de posicionarse como “creadora de contenido sobre los DDHH y la UE”, título que me parece un circo mayor aún. El caso, que tras todo ese show, que está siendo fascinante, estoy bastante segura de que hay alguien cobrando el SMI y que se quería ir a su casa a descansar cuando se puso a enviar los correos a las/os invitadas/os.
Sabrina Carpenter ha anunciado su nuevo álbum Man’s Best Friend, que saldrá el 29 de agosto, y han criticado que flipas la portada porque aparece en “actitud sumisa”. Si bien a mi parecer se trata de una crítica exactamente a eso, a la hipersexualización de las artistas femeninas en la industria musical, otra gente lo ha interpretado como un retroceso que perpetúa la línea del conservadurismo que está en auge en las redes sociales o del movimiento tradwife. Teniendo en cuenta que las letras de Sabrina son bastante shady con los hombres en general, no creo que haya desmoronado su marca personal para dar ese volantazo. ¿Tú qué opinas?
Siguiendo con la actualidad del panorama español, también te habrás enterado de la movida de corrupción del PSOE y los audios completamente asquerosos de algunos de sus altos cargos en los que recurrían a la prostitución (con dinero público, obviamente). Qué decir. No me sorprende nada en absoluto, pero a la vez me fascina el hecho de que la política española se asemeje más a una de las películas de Santiago Segura cuando no quería limpiar su imagen a través de producciones familiares que a lo que debería ser en sí.
En el tema geopolítico, es imposible no hablar de la situación con Israel. Ahora, además de a Palestina, decidió bombardear Irán y estos han respondido. Total, que ahora el conflicto es aún mayor, hay movidas de armas nucleares de por medio y, lo más distópico aún, es que la guerra también se disputa en redes sociales en las que puedes encontrar anuncios de bombardeos como si del lanzamiento de un single se tratara o vídeos de cómo se ven los misiles desde una boda en el Líbano con música de ABBA de fondo. El siglo XXI es una cosa.
También han pasado más cosas como que toda la movida de los ICE de Estados Unidos continúa, que Lorde va a sacar su tercer single de Virgin esta semana, que el finde hubo un Pedro Pascal lookalike contest en Nueva York o que una chica ha sacado a la luz cómo Alejandro Sanz la groomeó (y es cierto porque básicamente él ha salido con un comunicado lamentable en el que intenta dejarla de interesada cuando demuestra que él estuvo con una chavala de 18 años cuando él tenía como 30 años más que ella).
Recomendaciones
Esta semana he vuelto a reconectar con mi esencia de persona intensa e insufrible que, pese a que no es mi mejor versión, sí es recurrente. El caso, que creo que puedo traerte cosas interesantes con las que convertirte tú también en alguien así estos días (aunque serás la pesadilla de tu entorno).
El otro día me vi la peli Medianeras. Lo hice porque vi un tweet que decía que el top 3 de películas de Letterboxd de una chica que iba a arruinarte la vida y a dejarse sin creer en el amor estaba compuesto por La peor persona del mundo (mi peli fav), Frances Ha, Antes del amanecer y esa. Evidentemente quería completar el bingo y tuve que verla. Eso sí, debo decir que quien puso ese tweet no tiene ni idea porque una comedia romántica de unos argentinos que son unos rayados no tiene NADA QUE VER con un drama nórdico de una tía que solo toma decisiones cuestionables porque no sabe qué quiere hacer con su vida.
Total, debo decirte que Medianeras no me encantó y me pareció una película súper millennial (si la ves lo entenderás), pero tampoco está mal. Definitivamente sirve para pasar el rato y para preguntarte con cuánta gente que se convertirá en alguien importante en tu vida te has cruzado sin enterarte.
Ya sabes que el amor es mi cosa y cuando vi este vídeo en TikTok supe que iba a traerlo por aquí. Básicamente es un álbum en el que alguien ha ido acumulando todos los cromos que le mete en el bocadillo a su marido. Me parece un detalle tan bonito y que demuestra tanta dedicación que me da algo.
Vi esta receta de cómo hacer baos y ahora tengo un antojo tremendo de cocinarlos. Soy consciente de que no me van a quedar así de bien, pero en el fondo la delusion de creerme la mejor cocinera por haber jugado durante años al Cooking Mama me puede. Espero que a ti también te pase.
@heysoynoaMe flipan los baos pero me parece que son una de las cosas más overprized de las cartas de los restaurantes, sobre todo porque en la mayoría son industriales y no bajan de los 6-7e euros. Por eso aprendí a hacerlos en casa y ya siempre tengo en el congelador para rescatarme de cualquier antojo. Guárdate el vídeo porque en las próximas semanas se viene una serie con 10 rellenos chulis para que os comáis unos baos en casa brutales. Los ingredientes para 10 unidades son: -250gr harina fuerza -3gr levadura seca de panadería/9gr si es fresca -120ml agua tibia -15ml aceite girasol -20gr azúcar -1/2 cucharadita sal ¿Vosotros los hacéis en casa? ¿También os parece que su precio se ha ido un poco de madre? ¿Tenéis algún relleno fav que queráis ver en la serie? Os leo 🥰🥰 #panbao #baos #recetasfaciles #cocinajaponesa #streetfood #comidacaseraTiktok failed to load.
Enable 3rd party cookies or use another browserSoy consciente de que cada día acabo en lugares más raros de YouTube. Así es cómo he descubierto la existencia de las historias largas y aburridas para dormir. Eso sí, a veces ni siquiera consigo dormirme con esto y acabo adquiriendo más conocimientos aleatorios que me sirven para ser la mejor jugadora de trivial que vas a conocer en tu vida.
Ya sé que no es la primera vez que te recomiendo un post de Gema pero es que me gusta mucho lo que hace. Esta vez, ha elaborado una agenda cultural para el verano con los libros que leerá. Como ya sabes que mi propósito para este año era ser más tonta (creo que no lo estoy consiguiendo) y no he conseguido terminarme ni un libro aún, me fío de su criterio para cumplir con el cupo literario que necesitas descubrir.
Ya vendré con más cosas interesantes la próxima semana. En serio (aunque sea lo que te digo todas las semanas y luego siempre acaba siendo un flopeo).
Teletienda
Una vez más vuelvo por aquí con los mejores descubrimientos de nuestro bazar digital de confianza. En fin, vamos con ello aunque esta semana no sé ni cómo definir estos objetos.



No sé muy bien qué es esto pero diría que es un peluche de una rana antiestrés. La estética en colores desteñidos y demás me parece inexplicable pero supongo que es parte de su encanto.
Definitivamente este disfraz de pescado se convertiría en mi mejor OOTD si no le tuviese miedo al éxito. Por desgracia, lo tengo. Eso sí, creo que si lo llevase en mi vida cotidiana no sería la persona con mayores pintas de loca de esta ciudad del demonio.
Esta camiseta de Jacob de Crepúsculo es un clásico entre las personas con buen gusto y referencias culturales a la altura. Nada en sí tiene sentido. Ni el diseño, ni el pelo de Jacob, ni la frase, ni la escena en sí. Me encanta.
Y eso es todo.
Nos vemos la semana que viene. No te desuscribas, pls. De aquí a final de año, si te quedas:
✅ Habrás aprendido un montón de cosas random 🤓
✅ Serás la persona más al día de tus amigas/os 💅🏻
✅ Habré encontrado la forma de monetizar esto y me estarás pagando un yate sin saberlo 💸
Chaoooooo, volveré por aquí el próximo miércoles (o en algún momento de la próxima semana). Te odio <3
Temazo este!!! Yo quiero añadir algo a lo que apuntabas en el texto, y es que cada vez más en internet la gente intenta venderte algo. Que si te suscribas a mi canal, que si me compres mi libro autoeditado, que si me des dinero en no sé qué red social... antes (hace ya 20 años) la gente compartía sus movidas en blogs de forma desinteresada, honesta, sin esperar nada a cambio. Ahora hay que buscar las malditas keywords para que el SEO nos posicione bien y lleguemos a más ingenuos para que nos suelten dos euros. Es una mierda. Y entiendo a la gente que quiere ganarse la vida así, bastante tenemos ya, pero no sé, estaría bien encontrar más lugares altruistas (como esta newsletter!)
pienso en esto todo el rato!! es imposible huir del hiperconsumo, siento que ha llegado un punto que forma parte de todos los días de nuestra vida. Es agotador…
A veces intento hacer una selección de cosas que sí puedo consumir sin sentirme mal y la manicura también es una de ellas xd
me ha encantado🧡