Odio no haber apreciado lo suficiente el privilegio de la cotidianidad
Supongo que cuando todo es nuevo empiezas a echar de menos las cosas de siempre.
Hola desde el otro lado del océano. Ya sé que hacía mucho tiempo que no empezaba mis cartas de odio saludándote, pero a veces hay que volver a los orígenes y esta ocasión lo merece. Diremos que estoy un poco más cerca de ser una nueva Carrie Bradshaw (más tropical), básicamente porque estoy en un sitio que parece el decorado de cartón piedra de una serie y me encuentro absolutamente desquiciada. Eso sí, me falta el grupo de amigas con el que compartir mis mental breakdowns de forma presencial, pero confío en que en algún momento llegará (porque solo llevo unos días en mi nuevo hogar y no me he dado tregua exigiéndome a mí misma tener una vida establecida ya cuando todo es tan diferente a lo que conozco y me toca empezar de cero).
Hoy, por segunda vez en mi vida, he sido capaz de oler el que es mi olor como si fuese el de alguien externa/o. La primera fue cuando me mudé de mi pueblo a Madrid y, a la semana de volver, mi madre me dijo que olía diferente. Realmente no estoy muy segura de si yo lo noté o me sugestioné.
En esta ocasión estoy bastante segura de que es real. Al sacar toda mi ropa de las maletas y ponerlas en el armario, por fin he podido sentir que mis prendas olían a algo que durante tanto tiempo fue imperceptible para mí porque formaba parte de mi atmósfera cotidiana. Y ahora ya no estoy en ella.
Ha sido una experiencia curiosa porque fue como si tomase una visión de mí más cercana a la de la tercera persona. Es como si me hubiese convertido en parte de esa gente que sabe reconocer mi olor y me asocia a él. Como si fuese una persona muy cercana a mí, pero no lo suficiente como para ser yo porque si no seguiría sin percibirlo.
Ese pensamiento me ha obsesionado durante un buen rato porque, yo que soy tan de asociar olores a momentos o a personas, me he despersonalizado del mío. ¿Ahora a qué huelo? Supongo que a una mezcla del champú que conseguí llevarme de España y al único desodorante roll-on que podía colar en el equipaje de mano.
Estar lejos de todo me ha hecho pensar en el privilegio que supone la cotidianidad. Esa que pasa desapercibida y que a veces parece monótona, soporífera, gris… Pero que cuando se transforma en otra cosa empieza a brillar. No quiero decir que ahora la prefiera, pero en ciertos aspectos sí. La rutina me abruma y acaba conmigo, pero caminar por ciertas calles sin mirar, saber que ciertos días de mi semana tienen momentos fijados para ciertas personas o hacer la compra en 20 minutos porque sé reconocer los productos y el pasillo en el que están en un absoluto privilegio del que no era consciente.
Siempre he creído que era mucho más libre de lo que de verdad soy. Me he sentido enclaustrada en una jaula que en realidad tenía una puerta abierta y, ahora que he volado un poco más alto de lo que estoy acostumbrada, es como si echase de menos los barrotes. De hecho, aunque todo esto puede cobrar un tono un poco raro, no lo digo en un mal sentido. Estar lejos me ha hecho darme cuenta de que, por ahora (que llevo tan solo unos días y no tengo nada aquí), tengo más apego del que pensaba a lo que considero que forma parte de mí. Y sobre todo a las personas que forman parte de mí.
Que lo cotidiano es un absoluto privilegio no es una idea que solo se haya visto reforzada por este gran cambio. También se ha visto reflejado en la nueva forma en la que se expresa en lujo en esta generación.
Casi sin darnos cuenta, nos hemos visto envueltas/os en campañas que muestran productos de lujo accesible, como productos de cosmética o joyerías, conviviendo en bodegones con croissants, frutas y verduras frescas o bowls de açai. O publicaciones aspiracionales en los que el elemento protagonista es un desayuno súper cuidado que realmente está repleto de comida “saludable” que antes no recibía esa etiqueta porque era “lo habitual”.
Ahora que existe lo “bio” porque lo que no lo es está repleto de conservantes y miles de movidas que harán que tu cuerpo colapse (supuestamente). Ahora que estamos tan saturadas/os de packaging sobreestimulantes, de azúcares, de la producción industrial y de todo lo que antes era admirado porque suponía la novedad. El futuro. La despersonalización a través del consumo.
Ahora que existe una nueva división de clase social entre quienes pueden permitirse los frutos de “lo artesanal” (término súper cogido con pinzas porque la mayoría de veces es falso) y quiénes están (estamos) condenadas/os a los artículos de la producción en masa donde se prioriza la funcionalidad a la calidad.
Ahora que se lleva tanto eso de hacer horas de deporte, poder cocinar platos en casa y todo aquello que lleva al mismo punto: tener tiempo. Y al final del día quiénes lo tienen no son aquellas/os que tienen horarios fijos o que pasan horas en el transporte para llegar agotadas/os a una casa que pueden pagar a duras penas mientras una pantalla les recuerda que tienen que estar activas/os. Y que si estás cansada/o o no haces más cosas no es porque no puedas, sino porque no te esfuerzas lo suficiente. Es absurdo.

Las/os nuevas/os ricas/os tienen ese estilo de vida porque tú ya no puedes hacerlo. Porque para que su slow life funcione, tú tienes que vivir el ritmo acelerado para producir esos bienes que tú contemplarás desde el aspiracionismo.
La verdad es que no sé cómo he acabado hablando de que echo de menos todo, pasando por el nuevo lujo de la cotidianidad y culminando en que odio la sociedad de consumo y sus consecuencias. Supongo que este recorrido discursivo es lo más parecido a estar dentro de mi mente.
El caso, que todo esto me lleva a pensar en lo afortunada que soy aunque yo misma haya elegido complicarme un poquito la vida. Sé que siempre puedo regresar a esas calles en las que sí hay pasos de peatones. En las que las cantidades de los productos de los supermercados sí son para una persona y no para una familia. En las que los edificios no parecen generados por IA. En las que puedo remolonear un poco más en la cama con alguien en ella que me espera. En las que no me siento extraña.
Pero, de momento, solo toca abrazar el privilegio que también supone disfrutar del resultado de la libre elección hasta que pueda sentir todo lo nuevo como cotidiano.
Cosas que son un privilegio (y que no me había planteado hasta ahora)
Qué decir. Aunque esta carta de odio esté escrita desde el primermundismo más absoluto creo que entenderás que haya cosas que, aunque antes pasaba por alto, ahora daría lo que fuese por tenerlas a mi alcance. Te dejo una selección de mis favs.
Formar parte de la Unión Europea. Vale, sé que decir esto es un poco problemático teniendo en cuenta toda la movida de lo del gasto armamentístico y tal, pero me refiero a lo del libre acceso con el DNI entre los países de la Unión. O que el título universitario tenga validez en cualquier lugar sin hacer nada más. O que puedas tener acceso a los servicios de otro país. En fin, supongo que cuando tienes que pasarte horas en un control de pasaportes del aeropuerto empiezas a encontrar ventajas que ni te planteabas antes.
Poder caminar. De verdad, ya lo he mencionado antes, pero no te imaginas lo que echo de menos los pasos de peatones o las calles iluminadas. Dar un paseo puede convertirse en una odisea en la que tienes que ir esquivando coches de proporciones monstruosas si pretendes cruzar a otra “acera” o tener la posibilidad de desplazarte sin tener que depender de un vehículo.
Que las cosas que ingiero tengan colores presentes en la naturaleza. Me encantaría saber por qué aquí todo tiene colores más brillantes. Es como si la saturación de todo lo que hay en el supermercado estuviese al máximo o como si estuviese en una tienda de juguetes. Me parece fascinante pero a la vez me da miedo pensar en cuáles serán las consecuencias para mi cuerpo por comer “comida de mentira” durante un tiempo. Supongo que comienza mi era de ser una cobaya humana (espero acabar mejor que la de Fleabag).
Tener un número de teléfono. Odio la burocracia y todo lo relativo a ella. Sé que pronto esto cambiará y tendré un número de teléfono local, pero es horrible intentar gestionar cualquier cosa y que todo te redirija al tener que proporcionar un número de teléfono válido… Incluso para pillar uno.
Saber que estoy a minutos de todo lo que me importa. Me encantaba pensar en que, si tenía un día malo, podía pillar el Metro y estar con quién quería estar en unos minutos. O si tenía un día bueno y quería celebrarlo. O si no pasaba nada, simplemente me apetecía estar con alguien en un instante en concreto. Estar cerca de la gente que te quiere (y a la que quieres) sí que es un absoluto privilegio.
Poder levantarme tarde. Siempre lo hago y lo he hecho porque detesto madrugar, pero aquí soy madrugadora. Supongo que lo soy porque levantarme pronto es sinónimo de tener más horas para hablar con mi gente de España. Sin embargo, cuando estoy allí, nada me hace más feliz que poder apagar la alarma y robar unos minutos más al día para recrearme en ese letargo entre el sueño y la vuelta a la consciencia.
¿Y tú? ¿Cuáles dirías que son los privilegios mundanos que más disfrutas y que solían pasar desapercibidos para ti? Cuéntame, ya sabes que siempre te leo y me encanta cotillear.
Cotilleos de la semana
La verdad es que esta semana ha sido tan movida que no me he enterado de nada de lo que ha pasado en el mundo. Aunque no he tenido jet lag, sorprendentemente no me he metido a TikTok apenas, pero veré qué te puedo traer.
Un grupo de ricas, entre las que se encontraba Katy Perry, fueron al espacio durante uno segundos a… ¿Hacer nada? No sé, menudo circo. El caso es que Katy aprovechó para revelar en el espacio el setlist de su tour o algo así pero creo que nadie se movió más allá de los memes.
Se ha hecho viral un clip de una entrevista que le han hecho a Laura Escanes en el que cuenta que, antes de tener a su hija, pasó por un aborto porque no se sentía preparada. Creo que no hay mucho más que decir al respecto salvo que me parece bien que salgan figuras públicas en defensa de mensajes proaborto en una era en la que nadie se posiciona políticamente con nada para ser “neutral” mientras que, al mismo tiempo, se difunden los valores ultraconservadores.
Por otro lado, en noticias terribles que suponen un retroceso para la humanidad, la Corte Suprema de Reino Unido dictaminó que solo serán consideradas mujeres aquellas que sean cis. Básicamente, esto supone una ola de violencia, tanto institucional como social para las personas trans, pues ahora verán negada su identidad de género además de vivir en una sociedad en la que la discriminación es amparada por la ley. Evidentemente, las reacciones no han tardado en llegar. Como por ejemplo, la de la escritora J. K. Rowling, que estaba de celebración ya que su única dedicación a tiempo completo es la de vivir de todo lo que le reporta haber escrito las aventuras de un niño con gafas hace mil y ser la peor persona del mundo en redes sociales.
Sin embargo, en noticias algo más esperanzadoras para la comunidad trans, Ethel Cain se ha convertido en la primera artista abiertamente trans en tener un álbum en el top ten de Estados Unidos. Con el lanzamiento en vinilo de su álbum debut Preacher’s Daughter ha conseguido alzarse con ese reconocimiento, más que merecido en mi opinión (aquí no soy objetiva).
También han pasado más cosas como que Lana Del Rey sacó una nueva canción, que Selena Gomez ha sido nombrada Woman of the Year en el evento de Billboard Latin Women in Music (qué decir), que Lorde vuelve a sacar música, que ha sido Coachella y las/os influencers han llevado unos outfits terribles o que van a meter las “notas de la comunidad” también en TikTok.
Recomendaciones
Ya sabes que estos días han sido un poco caóticos para mí así que probablemente estas no van a ser las mejores recomendaciones que te he traído. Más bien creo que será como una mezcla de las cosas con las que me he ido encontrando estos días, aunque quizás deberías hacer tú misma/o la criba. Prometo espabilar y volver a ser funcional pronto. Vamos con ello.
Como ya te comenté la semana pasada, ha salido la nueva temporada de Black Mirror. Aún no la he terminado, pero he visto tres capítulos y me han parecido entretenidos. Sin ninguna duda, si tengo que recomendarte alguno de los que llevo hasta el momento es el de Eulogy. Es de estas cosas que veo y que me encantaría haber escrito yo desde mi visión de guionista frustrada (por vaga). Ya sabes que las distopías futuristas relacionadas con el amor que pudo ser y no fue son mi cosa… Y este episodio tiene bastante de eso.
Hace un tiempo pensé en leerme el libro Hablemos de langostas de David Foster Wallace. De hecho, pensé en que se convirtiese en mi lectura del avión pero me dio una pereza terrible ir a por el libro y tener que cargar con él, así que decidí optar por 9 horas y 20 minutos de disociación. El caso, que este libro me parece interesante porque lo recomendó este chico en TikTok (que suele hacer contenido bastante guay recomendando ensayos y otros textos culturales) y a mí me fascina este tipo de contenidos vinculados con la cultura pop y la actualidad en la que se mezcla la no ficción con el propio estilo del autor.
Siguiendo la estela de los contenidos sobre cultura pop pero un poco más elevados, hace un tiempo descubrí la cuenta de Mimí Granizo, en la que la trata desde la female gaze. Yo la descubrí con el vídeo sobre la bedroom culture, pero el resto de sus contenidos también son súper interesantes.
@mimigranizoIgual no sabes qué es la beedroom culture o jamás lo has escuchado, pero si fuiste una adolescente que pasaba horas en su habitación muy seguramente hayas sido partícipe de esta y eso es importantísimo 🫶🏻✨ #beedroomculture #dolerme @La Rosalia #rookiemag #petracollins #esthetic #arte #cultura #imjustagirl #Aesthetic #tumblr #indiesleaze #culturaentiktokTiktok failed to load.
Enable 3rd party cookies or use another browserTambién me salió este vídeo sobre los indicadores de recesión. Es decir, todas esas señales que tienen que ver con la cultura y que no se muestran en ningún gráfico pero que, de alguna manera, anticipan que algo va a pasar en la economía. A mí personalmente me hace gracia que un indicador de recesión sea que las temáticas de las canciones empiecen a hablar más de “vamos a pasarlo bien” en vez de hablar sobre lujos que nadie se podrá permitir.
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Y hasta aquí mis descubrimientos de esta semana. Espero volver a mi actividad de consumo digital habitual en breves para no tenerte aburrida/o con estas cosas. Yo también soy Gen Z, entiendo tu necesidad de estímulos constantes.
Teletienda
Un día más vuelvo hasta a ti para acercarte las novedades de mi bazar de confianza favorito. Espero que disfrutes tú de él más que yo ahora que no puedo comprar nada de aquí por la guerra comercial de los puñeteros aranceles. En fin, vamos con ello que me pongo triste.



No sé por qué alguien necesitaría tantos patitos de goma en miniatura, pero me parecen increíbles. Ya sea para desquiciar a la persona con la que vivas o para customizar algo, estoy segura de que sabrás darles alguna utilidad en la que yo no he pensado.
Este soporte para el móvil en forma de cangrejo me parece espantoso. Me encanta, es tan camp. Creo que el hecho de que sea ligeramente realista le da una vibe uncanny valley que me inquieta pero que, a la vez, quiero tener cerca de mí.
Esta petaca en forma de pescado es mi todo. Beber de ella es como darle un beso a un pez… Supongo que es una imagen que merece la pena ver. Si te has cansado de ver las típicas o esas que parecen un brazalete para poder colarlas en festivales, esta es muchísimo más original y te dejarán pasarla porque es tan sumamente friki que le hará gracia al de la puerta (espero).
Y eso es todo.
Nos vemos la semana que viene. No te desuscribas, pls. De aquí a final de año, si te quedas:
✅ Habrás aprendido un montón de cosas random 🤓
✅ Serás la persona más al día de tus amigas/os 💅🏻
✅ Habré encontrado la forma de monetizar esto y me estarás pagando un yate sin saberlo 💸
Chaoooooo, volveré por aquí el próximo miércoles (o en algún momento de la próxima semana). Te odio <3
hablas de tantas cosas chulas en tus posts que me abruma pensar en todo lo que quiero comentarte que al llegar al final ya se me habrá olvidado jajaja primero: me alegro mucho de que ya estés asentada en miami, poco a poco, imagino que el shock de estar al otro lado del charco tiene que ser fuerte al principio. Qué bonito lo de los olores y qué cierto...también una suerte siempre tener un lugar al que volver y poder apreciar las cosas que damos por hecho en nuestra anterior normalidad. Me siento súper identificada contigo, mis monólogos internos también desembocan a menudo en culpar a los ritmos de producción y al capitalismo de nuestros males, cosa que me parece justa, la verdad...y lo de estar todo el rato intercalando memes, mi mente, me encanta! Por último, el episodio de 'Eulogy' también lo ha sido todo para mí...los what ifs, la nostalgia de las fotos antiguas, de lo vivido, de lo que queda sin decirse, qué bonito y qué trágico.
me pasa muchisimo que los bucles de ansiedad acaban con el capitalismo y como no puedo salir del sistema me agobia, aunque ultimamente lo llevo mejor. lo he aceptado. si este es el juego vamos a jugar: no haré un minuto de más en el trabajo si no es verdaderamente urgente, mi vida es lo que pasa después del trabajo, mi día empieza a las seis de la tarde y mi trabajo no me define.
sobre miami, me encanta leer como va cambiando tu vida. date tiempo, seguro que conocerás a gente increible. piensa que las oportunidades así solo pasan una vez en la vida y tu te has subido al tren. luego puede ser que la experiencia sea mejor o peor pero seguro que aprenderás muchisimo y crecerás como persona. además, seguro que es interesante observar a los yankees en su habitat donde todo es macro y capitalista